Evan is here.

40 semanas

Hace exactamente una semana, a las 12:30, estaba entrando a pabellón para el nacimiento de nuestro tercer y último hijo.

Mi mamá había llegado el día anterior de Chile y esa mañana teníamos planeado sacar algunas fotos familiares para despedirnos del vientre y cerrar la etapa como familia de 4.
A las 10:00 salimos rumbo a la clínica donde nos esperaban a las 10:30.

Después de presentarnos y hacer el ingreso, nos dieron una pieza. Esos minutos son raros, estás esperando el suero, que te preparen, firmar papeles, y es todo tan seco, pero al mismo tiempo estás a punto de vivir uno de los momentos más importantes de tu vida.

Enfermeras y doctores varias veces nos preguntaron ¿es su primer hijo? y cuando les decíamos que era el tercero se relajaban y decían que ya sabíamos lo que se venía.

Y es verdad. Aunque algunas cosas han cambiado un poco en 10 y 5 años, una cesárea es bien standard. Will se queda afuera mientras me ponen la anestesia, me acuestan en la mesa del pabellón, Will entra y se sienta al lado mio, y 20 o 30 minutos más tarde conocemos a la personita que por tanto tiempo y con tantas ansias esperamos.

Lo único que era distinto (aunque no noté una gran diferencia con mis cesáreas anteriores) es que esta cesárea era una gentle c-sectionlo que básicamente implica que uno tiene una voz en el proceso y puede pedir cosas antes de la operación como por ejemplo que no se lleven al bebé, que pongan música, que no hayan estudiantes o personas no indispensables en la sala, etc. En las gentle C Section además usan un telón doble (tela que te separa de los médicos, para que uno no vea la operación), y cuando es la hora del nacimiento sacan el telón de color y queda uno transparente para que puedas ver a tu hijo nacer.

Esta operación me tenía un poco nerviosa, en mi familia cada generación ha tenido la muerte de un bebé y creo que es lo más difícil que le puede pasar a alguien. Por eso le dije a varios amigos y familiares que el nacimiento iba a ser entre 12:30 y 1pm aprox, para que pensaran en nosotros, que nos mandaran buenas vibras o que rezaran si eran creyentes.

Cuando me puse un poco nerviosa durante la operación, cerré los ojos y sentí que muchas personas estaban con nosotros, sentí rezos, energías y abrazos de gente que nos quiere y que estaba pensando en nosotros. Eso me ayudó demasiado.

A las 12:54, el doctor dijo “its a big boy“, bajaron el telón de color, y a través de un plástico transparente vi a mi baby boy por primera vez.

Uno contiene la respiración hasta que los escucha llorar, ese primer llanto es la primera indicación de que tu bebé está bien, está vivo y tiene aire en sus pulmones. No hay mejor sonido en el mundo.

Una de las cosas que más me gustó (y que no me esperaba) es que no visten a los bebés inmediatamente, sino que los limpian un poco con un pañito, les ponen pañales y los envuelven con una mantita.

Cuando terminó la operación me llevaron a la sala de recuperación donde pudimos estar todo el rato piel con piel. Creo profundamente que esto y los primeros días con visitas muy limitadas son la clave de una lactancia exitosa.

No tengo muchas fotos del primer día, básicamente porque estuve casi todo el rato sin ropa. El contacto piel con piel se sentía tan bien, hacía fácil la lactancia y nos mantenía a los dos con la misma temperatura y respirando juntos.
Obviamente es entendible que hermanos y abuelos quieran conocer al bebé el mismo día, pero decidimos limitar las visitas a eso. Temprano fue vernos el papá de Will, y en la tarde/noche fue mi mamá con Liam y Elisa, lo que coordinamos con la visita de la mamá de Will y Steve, su marido.

Elisa y Liam estaban felices y todo se hizo mas real cuando los vi a todos juntos. Mi corazón, dividido en 3.

En Chile todos quieren ir a la clínica a conocer a los bebés, llevar un regalo, y felicitar a los padres, pero aquí hay un entendimiento un poco mas generalizado de que los primeros días, lo que la mamá y el bebé necesitan es tranquilidad y espacio.

El resto de la estadía en la clínica lo pasamos los 3 solos. Poco a poco las enfermeras vienen menos, se va estableciendo la lactancia y podemos dormir un poco mas.

Las enfermeras y doctores eran amables y la comida era rica. La noche de la cesárea ya estaba comiendo un sandwich y al otro día no tenía restricciones alimentarias. Comimos pizza, una hamburguesa vegetariana, salmón con arroz integral, helado y otras cosas ricas.
En el pasillo también hay una cocina con helados, sandwiches, pudding, jalea, porciones de atún, huevos duros, platos listos para calentar, jugos y bebidas. Si teníamos hambre íbamos a la cocina y llevábamos cosas a la pieza.

El segundo día fue tranquilo. Will, Evan y yo, recuperándonos, descansando, conectando y conociéndonos sin interrupciones, sin visitas, sin distracciones. Vimos una película y Will me pidió un masaje: hay una carta de “terapias alternativas” con aroma-terapia, reiki, masajes, reflexología, etc. Por 30 minutos una enfermera me hizo un masaje en los pies mientras Evan tomaba leche. Fue increíble.
Al mismo tiempo, yo estaba tranquila porque sabía que Liam y Elisa estaban bien y felices, cuidados por mi mamá.

Fue realmente todo lo que imaginé. Después de una experiencia dura con Liam (nos cargó la clínica y lo pasamos súper mal), tuvimos un nacimiento y días posteriores increíbles. Estoy agradecida de cerrar así un capítulo de nuestra vida. Nuestro último nacimiento, lo cerramos felices.

In Love

Llevamos una semana de esto. Este bebé nació en una familia que lo esperaba mucho. Lo amamos y estamos agradecidos por su llegada.

Anita