Día relajado en Toronto

Estas vacaciones hicimos dos viajes a Canadá. Primero fuimos a Quebec y Montreal con la mamá de Will, y unas semanas más tarde fuimos a Toronto, donde arrendamos un departamento por Airbnb que estaba ubicado justo al medio de la cuidad.

Me encantó Toronto y todo lo que hicimos y vimos ahí, pero mi día favorito fue el último, cuando visitamos la Center Island, sin más planes que explorar la isla.

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:: Elisa y Will camino al Ferry::

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:: En Center Island::

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Lo único que sabía de la isla era que uno podía arrendar bicicletas, y considerando que llevábamos días explorando Toronto, nos pareció una buena idea arrendar una bicicleta familiar para que los gordos se sentaran y disfrutaran la vista sin mucho esfuerzo.

Después de andar un ratito Liam dijo “I’m having fun” y casi me derrito. Aveces uno planea actividades en los viajes y los niños no las disfrutan tanto (El día anterior Liam tuvo una pataleta -su primera en un viaje- en la CN Tower, una de las atracciones principales de Toronto).

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Después de nuestro paseo en bicicleta, paramos en la playa donde Liam y Elisa se refrescaron en el lago Ontario. Por primera vez en el viaje estábamos afuera del departamento pero sin planes definidos y dejamos que los niños guiaran lo que íbamos a hacer.

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Nos mojamos, buscamos rocas de colores, hicimos castillos de arena y disfrutamos de un momento tranquilo bajo el sol.

Don’t get me wrong… me moriría de aburrimiento en un paseo a la playa donde “tomar sol” es la actividad principal, pero después de algunos días locos explorando Toronto, sentarnos tranquilos a la orilla del agua por algunas horas fue la mejor manera de terminar nuestro viaje.

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:: ojitos con corazones porque amo a este gringo::

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Caminando de vuelta al ferry nos encontramos con un barco donde los niños jugaron un rato. En el agua había otro barco pirata que hacía un paseo que le hubiese gustado mucho a los niños, pero no teníamos tiempo para hacerlo. Por un segundo me arrepentí de no haber leído más sobre lo que la isla ofrecía… pero después me di cuenta que si hubiésemos hecho el paseo en barco no hubiésemos podido pasar tanto rato en la playa, y la verdad es que ese momento tranquilo fue justo lo que mi familia necesitaba ese día.

Viajar es lindo pero súper cansador. Aveces es difícil lograr un buen balance entre aprovechar el viaje con actividades y darle suficiente tiempo de relajo y descanso a los niños (y marido… who am I kidding). Poco a poco he ido valorando más los momentos tranquilos aunque signifiquen perdernos alguna atracción de la cuidad.

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Al final, conocer ciudades es entretenido, pero en un viaje familiar lo importante es que todos disfrutemos lo que estamos haciendo. Nuestros viajes ahora tienen paradas en parques y juegos casi todos los días, porque cuando hacemos lo que ellos quieren por algunas horas, después se portan súper bien cuando visitamos museos o hacemos city tours.

Algunas de mis amigas decidieron no viajar cuando sus hijos son chicos por los retos asociados y porque los niños “no se van a acordar”, pero yo pienso distinto… Liam y Elisa viajan desde chiquititos y creo que estas experiencias los han hecho más adaptables, más interesados en lo que los rodea, mas sociables, más pacientes… y por todo esto, mejores viajeros.

Por otro lado, viajar con ellos me ha hecho más flexible, más presente y más agradecida de todas las experiencias que tenemos juntos.

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I love traveling and I love my little family.